Si la paz en el mundo dependiera de la bendición del Papa a una paloma, el mundo estaría perdido. Ayer, Francisco y dos niños soltaron dos palomas blancas, cómo símbolo de sus buenos deseos para que la paz llegue a todos los rincones del planeta, pero lo que pasó a continuación estuvo más cercano a lo que sucede en muchas partes del mundo: la guerra.
Ocurrió que una de las “mensajeras de la paz” fue de inmediato atacada por un cuervo (para muchos, símbolo de la corrupción en el Vaticano) y por una gaviota.
Ya ven, ni la pobre palomita pudo escapar de la dura realidad, por mucho que la bendiga el mismísimo Francisco. Así es la vida.
Postdata: se desconoce la suerte de la citada paloma, si sirvió de almuerzo dominical, murió de un infarto (y luego fue comida) o si logró escapar.
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